La vida vegetal del interior de la Península Ibérica ha estado suspendida durante los hielos invernales y despierta en primavera. Es la señal que marca el inicio de los procesos reproductivos. La primavera es una estación climatológicamente inestable y en el centro peninsular todavía hace fresco. Las hojas de los árboles no han salido aún, pero pronto esconderán los nidos de las aves. A finales de mayo, la primavera se extiende por toda la península y todas las crías se enfrentan a la urgencia que impone un tiempo difícil de predecir en lo que puede durar.