En su afán por rentabilizar el Ancla II, el dueño de la compañía crea un servicio de bodas a bordo, para desgracia de Gabriel. La primera pareja que acude solicita también la organización de una despedida de soltera para ella y Marga preparará todo con gran dedicación, pero tendrá problemas a la hora de encontrar un stripper: necesita un hombre guapo y con un cuerpo de escándalo y entre la tripulación no halla candidatos… hasta que se le ocurre una idea brillante.